Gabriel Sánchez

Gabriel Sánchez Toledo (Cabaiguán, 17 de agosto de 1979)

Gabriel Sánchez Toledo asume el paisaje como un ejercicio de búsqueda y hasta cierto punto de encuentros con respecto a lo establecido y lo real en tantas miradas y propuestas, siempre bajo los caminos de la sugerencia.

El artista descontextualiza cada escenario como alegoría al enigma, a lo que pueden asumir las pupilas como nuevo. Sus paisajes contienen el recurso de la metáfora, de la simbología vista en atmósferas muy lejanas a los típicos colores tropicales característicos de buena parte de la región, en cuanto al género paisaje.

Existe cierta soledad en su obra, donde podemos asistir al fenómeno de lo onírico capaz de provocar dolor, tensión, tristeza, así como el dulce y amargo sabor de las ausencias. Las obras de su autoría contemplan, de alguna forma u otra, la acción humana, a veces de manera presencial y en otras ocasiones como sutil presencia para recordarnos que, en pocos casos, la naturaleza carece de soledades, aún menos en la época actual donde el hombre arrasa y devora su alrededor.

Vemos entonces en sus pinturas personajes imprecisos y difuminados que hacen transitar al espectador por disímiles estados de ánimo. Precisamente, con estos personajes difuminados Sánchez Toledo conquista la atención ajena, al conducirnos por una atmósfera llena de texturas que obligan a descubrir el más mínimo detalle en cada composición, en cada argumento, en cada soledad.

Como parte de su obra el artista, hijo de la reconocida paisajista Ania Toledo, también se ha decantado por la abstracción, siempre motivado en despertar las impresiones de la mente y sus efectos. Es así como propone un viaje hacia lo esencial como forma de expresión ante un mundo ruidoso y estridente.

La pintura en sí misma es un acto de silencios y encuentros con cada individualidad. Gabriel Sánchez Toledo propone conducirnos por un escenario de colores reposados y armónicos para lograr el convencimiento de la plenitud.

 


 

 

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Gabriel Sánchez Toledo (Cabaiguán, 17 de agosto de 1979)

Gabriel Sánchez Toledo asume el paisaje como un ejercicio de búsqueda y hasta cierto punto de encuentros con respecto a lo establecido y lo real en tantas miradas y propuestas, siempre bajo los caminos de la sugerencia.

El artista descontextualiza cada escenario como alegoría al enigma, a lo que pueden asumir las pupilas como nuevo. Sus paisajes contienen el recurso de la metáfora, de la simbología vista en atmósferas muy lejanas a los típicos colores tropicales característicos de buena parte de la región, en cuanto al género paisaje.

Existe cierta soledad en su obra, donde podemos asistir al fenómeno de lo onírico capaz de provocar dolor, tensión, tristeza, así como el dulce y amargo sabor de las ausencias. Las obras de su autoría contemplan, de alguna forma u otra, la acción humana, a veces de manera presencial y en otras ocasiones como sutil presencia para recordarnos que, en pocos casos, la naturaleza carece de soledades, aún menos en la época actual donde el hombre arrasa y devora su alrededor.

Vemos entonces en sus pinturas personajes imprecisos y difuminados que hacen transitar al espectador por disímiles estados de ánimo. Precisamente, con estos personajes difuminados Sánchez Toledo conquista la atención ajena, al conducirnos por una atmósfera llena de texturas que obligan a descubrir el más mínimo detalle en cada composición, en cada argumento, en cada soledad.

Como parte de su obra el artista, hijo de la reconocida paisajista Ania Toledo, también se ha decantado por la abstracción, siempre motivado en despertar las impresiones de la mente y sus efectos. Es así como propone un viaje hacia lo esencial como forma de expresión ante un mundo ruidoso y estridente.

La pintura en sí misma es un acto de silencios y encuentros con cada individualidad. Gabriel Sánchez Toledo propone conducirnos por un escenario de colores reposados y armónicos para lograr el convencimiento de la plenitud.