“El arte cubano es un diamante muy valioso”

Yaiset Ramírez, directora y fundadora de Máxima.
Yaiset Ramírez, directora y fundadora de Máxima.

 

Llegamos a los tres años. Pareciera poco o tal vez un número poco relevante, en comparación con la permanencia de otras galerías en la escena cubana y universal; pero para quienes trabajan en Máxima ha sido un camino difícil, continuo, una travesía que se construye cada día.

Sobrevivimos a la incertidumbre de la cuarentena y el aislamiento social más extendido en Cuba y en el mundo durante el 2020, cuando muchos emprendimientos tuvieron que cerrar o cambiar su modelo de negocio. Máxima mantuvo su leitmotiv, su luz propia, bajo el empeño de seguir apostando por el arte cubano contemporáneo.

Tres años han pasado ya ¡quién lo diría! Hasta parece que fue ayer cuando el 11 de abril del 2019 presenciamos la muestra inaugural del espacio titulada Luces. Desde entonces hasta la fecha, han sucedido un sinfín de experiencias, la mayoría relacionadas con la creación en sí misma y sus más heterogéneas maneras de interpretarla, concebirla y materializarla en exposiciones.

Máxima mantiene en pie el principio rector de sus inicios: Más Amor X Intuición Más Arte, que no es otra cosa que el significado del proyecto y nuestra razón de ser: la génesis y el final de una búsqueda encaminada a descubrir nuevos discursos y contenidos en cada obra que llega a calle Monserrate, esquina Tejadillo.

Al menos para el equipo de la galería, el arte y sus hacedores nos han salvado de las más oscuras sombras surgidas en los últimos tiempos a nivel mundial.

Para el éxito del proyecto, una persona es fundamental, Yaiset Ramírez, fundadora y directora del espacio. Ella es quien vela del más mínimo detalle por muy insignificante que parezca ante los ojos de terceros. Cuida de cada pieza como el más valioso de los tesoros y siempre habla del arte con ojos vivos y enérgicos.

La fuerza de Yaiset Ramírez para llevar adelante la galería es realmente un hecho estremecedor. En el tercer aniversario de Máxima iniciamos entonces un diálogo con su fundadora.

“Llevar a cabo un proyecto físico es un reto, algo totalmente distinto. Una galería hace una promoción diferente. Recuerdo las palabras de Roberto Fabelo, quien en una ocasión me dice: “¿Tú sabes lo que significa abrir una galería todos los días? Es algo difícil”. En aquel entonces desconocía el sentido de esas palabras. Hoy que lo vivo día a día lo entiendo”, explica Ramírez.

Para Yaiset los coleccionistas de arte son muy pocos en Cuba. “Realmente los hay, tienen colecciones buenísimas, han llegado a Cuba y se han encontrado una perla, siempre digo que son personas muy inteligentes, como el caso de Luciano Méndez y otros coleccionistas que saben lo que no pueden perderse”.

Con respecto a la valía de creadores cubanos con reconocimiento internacional reconoce: “El caso de Fabelo, Sosabravo, Mendive, Pedro Pablo Oliva, artistas que han estado en subastas en Christie's y Sotheby's, si lo comparas con artistas del mercado americano por su prestigio, resultados y edad, pudieran vender en millones”.

¿Cuán desafiante ha sido el trabajo de curaduría asumido por ti en las últimas exposiciones?

En otras ocasiones también he intervenido en el tema de la exposición, amén de que busquemos especialistas que nos ayuden. Siempre digo que cualquier cosa que se exponga aquí, debe tener una calidad suprema.

Reconozco que soy absorbente, quizás en querer conocer cómo funciona el trabajo, la mayoría de las veces voy al taller y participo en el montaje de las obras y los centímetros que se le dan a una pieza cuando se monta. La idea es complementar una exposición para que sea grata.

Máxima trabaja para complacer, para sentirse bien y para disfrutarlo. Es un trabajo que llevamos disfrutando, desde el taller de montaje hasta el compartir con amigos, clientes, personas que se paran por la vidriera constantemente para ver las obras que se están montando o exhibiendo. Se disfruta desde las raíces. El arte cubano es un diamante muy valioso.

Máxima significa Más Amor X Intuición Más Arte ¿Qué tan certero es llegar al buen arte por intuición?

La vida nos va trazando huellas, nos indica un camino y ese camino hay que ser capaz de verlo o sentirlo. El arte cambia la manera de ver el mundo.

Llegué a este camino mirando las señales y encontré una gran pasión, algo que me alumbra el alma. Haber comenzado en este mundo desde el año 2011 y tener sensaciones con el arte que realmente me han despertado ha sido revelador, además de conocer amigos anticuarios, coleccionistas y personas que comercializan arte dentro de fuera de Cuba, lo cual me ha permitido tener una panorámica de cómo funciona el mercado, para luego tener la posibilidad de llevar a cabo en el 2019 ya físicamente un proyecto.

¿Cuánta seguridad has debido demostrar como directora para que los creadores de prestigio confíen en ti?

Me acerqué al arte de Pedro Pablo Oliva, Fabelo, Mendive y por supuesto que he tenido que ser arriesgada. Siempre he comprado un poco por intuición, lo reconozco, y me ha salido bien. No es pretencioso lo que digo.

Siento que, si la obra me gusta, pues yo puedo defenderla y de alguna manera se puede comercializar o exhibir. No se trata solo de comercializar, también tenemos un sentido de poder llegar a las personas y mostrar el arte cubano, porque estamos ubicados una esquina privilegiada, muy cerca del Museo Nacional de Bellas Artes.

Ha sido un camino súper difícil. Normalmente para coleccionar arte en Cuba, los cubanos tienen que comercializar. Es una manera de quizás adquirir otras piezas e ir depurando la colección y dándole un sentido, que uno empieza a comprender en el camino. Es como un viaje.

Realmente cuando llegué a este medio me han acogido muy bien. Tengo que decirlo. He tenido el apoyo de amigos y artistas. Por ejemplo: que Pedro Pablo Oliva haya venido a la inauguración de Máxima, para mí fue todo un reto, una exposición que en el año 2019 se realizó en un momento difícil para mí, luego de haber terminado tres años de construcción y remodelar toda la estructura de la galería.

Cuando conocí el arte de Pedro Pablo Oliva me ilusioné. Recuerdo el cartel en la entrada de su casa que decía: Prohibido dejar de soñar y me fijé mucho en la frase. Dije que no me iba a rendir. Es un camino difícil y lo sé. Creo que juntos podemos avanzar y llegar a lo que queremos: que el arte cubano sea revalorizado y reconocido.

El trabajo que he hecho con pasión me ha dado frutos. He podido mantenerme en este tiempo de pandemia e incertidumbre, donde el arte ha demostrado ser extremadamente valioso. Podemos vivir sin muchas cosas, pero no sin arte, una vez que entres en él es difícil poder salir.

La obra de Máxima va por encima de las ideologías, de nuestras formas de ser, es como una pirámide y la punta de esa pirámide es el arte.

¿Consideras en algún momento incorporar en la colección otros artistas más jóvenes?

Estoy abierta a poder atraer público joven y me refiero a artistas que quizás no sean tan reconocidos. Lo que sucede es que somos un espacio limitado en paredes. La intención tampoco es inaugurar todos los meses como suelen hacen otras galerías, porque las inauguraciones llevan recursos y hasta el día de hoy somos autosustentables.

¿De qué manera recuerdas los inicios del espacio?

Decidirse a establecer un espacio físico es complejo y más cuando comprendí que es necesario tener actividad constante. Desde que comencé en el año 2011 he tenido un trabajo incesante, en ocasiones la vida ha sido más suave, pero normalmente he sido muy constante.

Cuando elegí el nombre de Máxima fue por inspiración, no le busqué sentido a las palabras a propósito. Siempre dije que quería una palabra muy positiva y reconozco que cuando trabajamos con R10, el diseñador, llevé varias propuestas y de repente llegamos al nombre de Máxima. Me dije: esta palabra me complementa, pero de repente sentí miedo porque es una palabra de referencia a calidad suprema y todo tiene que funcionar bien.

¿Por qué voy a tener miedo? Si trabajo con los artistas consagrados de Cuba y con jóvenes que aman lo que hacen. Debo decir que también he recibido mucho apoyo de los propios artistas que me ha ayudado a salir adelante.

¿Cómo sucede en tu caso el hecho de desprenderte de una obra, luego de un determinado tiempo en la colección?

Es difícil, por eso digo que Máxima también es intuitiva. Yo siento cuando es el momento de que la obra deba partir. El arte ha de ser libre, pero también reconozco que en ocasiones han llegado trabajos a mí y he dicho: “esto es una joya”, cuando una persona está frente a un gran trabajo puede sentirlo.

Cuando dejas ir una determinada pieza, quizás aparezca algo igual o mejor, pero eso no lo sabes. En ocasiones son trabajos de épocas pasadas, artistas con años de vida como Fabelo o Pedro Pablo Oliva, con una gran carrera y su obra cada vez es más demandada.

Volver a tener público luego de más de un año sin exhibir ¿cómo se siente?

Se disfruta mucho. Digo que Máxima es la extensión de una forma de pensamiento, una gran familia. Es un proyecto que quiero compartir con todos. Sí me gusta que venga mucha gente, escuchar las opiniones de las diferentes personas, lo mismo de un francés que no tiene conocimiento de arte cubano y que vino por turismo a Cuba, hasta la de dos niños que son pioneros y te preguntan ¿qué significa esto?

Máxima también es una manera de compartir con todo ser humano que llegue. Muchas veces nos dicen que el espacio es acogedor, se siente cálido y es que tratamos de dar un trato personalizado a cada persona.

No es solamente trabajar con el mercado del arte, es tener un propósito, el de promover el arte cubano en el mundo, que tiene toda la calidad para estar en los mejores mercados internacionales.

Publicado 12/04/2022