Roldan Lauzán

Roldán Lauzán (La Habana, 1987)

La obra de Roldán Lauzán puede asumirse como diálogo entre antagónicos cargado de sutilezas e insinuaciones, teniendo en cuenta el impacto que provocan sus rostros femeninos, eminentemente bellos y de una lograda textura. Encontraremos entonces disímiles hallazgos en los detalles, así como en la composición de sus pinturas. Si dividiéramos por partes las creaciones de su autoría, descubriremos una autonomía con diferentes significados en cada zona.

A Lauzán le interesa el poder de la fisionomía femenina, la fuerza para convencer desde la mirada, la pose y en algunas ocasiones la elegancia en el vestuario como complemento significativo. Detrás de lo aparente, de la belleza o el gesto provocador, reside un hecho de suma trascendencia para el artista y es precisamente la dualidad del ser.

Habitamos en un mundo complementario entre sus opuestos y la obra de Lauzán revela los diferentes estados/sentimientos/ incógnitas que convergen en un solo individuo/ en un solo cuerpo/ en un solo respirar. Así trabaja la nostalgia, el bien y el mal, el amor, lo sublime, la ternura y la maldad y lo erótico, siempre bajo la premisa del equilibro y la armonía, a fin de cuentas, en cada ser coexisten infinidades de sentimientos y es natural buscar la compensación.

Otra de sus facetas es la manipulación de los símbolos religiosos y espirituales. He aquí un campo visual de exquisita interpretación: la intensión del artista es analizar cómo asumimos lo divino (o lo que se entiende como divino) en este mundo carnal, mediado por la percepción y los sentidos, donde podemos exorcizar los demonios internos o crear algunos nuevos.

Si lo divino está condicionado por el gesto humano, Lauzán quiere destacar el gran poder de creatividad del hombre quien crea sus dioses o las nociones de lo mundano. La esencia, en este caso, reside en las potencialidades humanas para la invención, la originalidad y el hallazgo.

Frase del artista: “Yo no creo mucho en esa catarsis de evocar todo, sacarlo todo de dentro y ser agresivo porque sea un derecho. Prefiero la mesura”.

 

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Roldán Lauzán (La Habana, 1987)

La obra de Roldán Lauzán puede asumirse como diálogo entre antagónicos cargado de sutilezas e insinuaciones, teniendo en cuenta el impacto que provocan sus rostros femeninos, eminentemente bellos y de una lograda textura. Encontraremos entonces disímiles hallazgos en los detalles, así como en la composición de sus pinturas. Si dividiéramos por partes las creaciones de su autoría, descubriremos una autonomía con diferentes significados en cada zona.

A Lauzán le interesa el poder de la fisionomía femenina, la fuerza para convencer desde la mirada, la pose y en algunas ocasiones la elegancia en el vestuario como complemento significativo. Detrás de lo aparente, de la belleza o el gesto provocador, reside un hecho de suma trascendencia para el artista y es precisamente la dualidad del ser.

Habitamos en un mundo complementario entre sus opuestos y la obra de Lauzán revela los diferentes estados/sentimientos/ incógnitas que convergen en un solo individuo/ en un solo cuerpo/ en un solo respirar. Así trabaja la nostalgia, el bien y el mal, el amor, lo sublime, la ternura y la maldad y lo erótico, siempre bajo la premisa del equilibro y la armonía, a fin de cuentas, en cada ser coexisten infinidades de sentimientos y es natural buscar la compensación.

Otra de sus facetas es la manipulación de los símbolos religiosos y espirituales. He aquí un campo visual de exquisita interpretación: la intensión del artista es analizar cómo asumimos lo divino (o lo que se entiende como divino) en este mundo carnal, mediado por la percepción y los sentidos, donde podemos exorcizar los demonios internos o crear algunos nuevos.

Si lo divino está condicionado por el gesto humano, Lauzán quiere destacar el gran poder de creatividad del hombre quien crea sus dioses o las nociones de lo mundano. La esencia, en este caso, reside en las potencialidades humanas para la invención, la originalidad y el hallazgo.

Frase del artista: “Yo no creo mucho en esa catarsis de evocar todo, sacarlo todo de dentro y ser agresivo porque sea un derecho. Prefiero la mesura”.