Contrapunto II Metáforas de la Resistencia, 5ta exposición (21 de diciembre del 2021)

Palabras del catálogo de la exposición Contrapunto II Metáforas de la Resistencia.

A menudo resulta incoherente, casi absurdo, desligar el arte de su contexto, de alguna referencia en la que se consiga hallar sentidos ulteriores que sobrepasen el plano de lo estéticamente hermoso. Sucede que el arte, y sobre todo el arte cubano, suele concebirse en una constante relación dialéctica con su entorno.

Es así que se nos presenta la más reciente producción de Juan Suárez Blanco (JSB), cada vez más subjetivo e inmerso en nuevas maneras de aproximarse a los tópicos que considera transcendentales.

Sin separarse del estilo que lo identifica, aquel donde la abstracción y el conceptualismo se interceptan de forma prácticamente indisoluble, ha de proyectar su más reciente creación en la muestra personal Contrapunto II, Metáforas de la Resistencia, concebida por obras realizadas en los últimos años.

Pinturas de la primera parte de Contrapunto exhibidas por vez primera en Máxima en el 2020 regresan ahora para trazar un tejido donde las erosiones junto con las zonas de paz y silencio complementan el equilibro, que permite ir de empastes ocres a tonalidades pasteles, de la euforia a la quietud. Avecinamos un camino fascinante que convida a la experimentación, al desenfado y a la calma. Transitar por varias sensaciones será fácil, cómodo y oportuno, sobre todo en tiempos donde necesitamos aceptar la compleja realidad del presente.

En ese sentido, las obras de Juan alegan un sedero hacia la introspección y con ello al análisis de este mundo y su sistema de cosas, cuestiones que siempre han estado muy palpables en el quehacer del artista, siempre con esa mirada fuerte desde el conceptualismo y la abstracción.

Por momentos, JSB se despoja de la saturación de metales incrustados para adentrarse en un estado de “quietud”, de ingravidez, en el que afloran nuevas emociones devenidas de un período de aparente pasividad en el que fueron creadas las más recientes piezas.

Ahora en esta segunda parte permanece innato uno de los recursos que más lo ha distinguido: la contención y la vehemencia en su figuración, la síntesis poética y el desenfado, la transparencia y el enigma. Prefiere el resultado, el veredicto final, la observación del público.

En los escenarios de JSB no existe presencia humana, la luna, los mares, los puertos y las erosiones suceden en completa ausencia de algún sujeto. El yo/artista se encuentra ausente y tampoco le interesa mostrarse mucho, más bien se encarga de plasmar la belleza detrás de lo aparentemente sencillo y efímero.

Las obras adquieren connotaciones cuasi místicas surgidas de la más intrínseca conexión que siempre lo acompaña con el universo litúrgico, con esa serenidad provocada por la relación más genuina, que puede jamás producirse entre el hombre y la divinidad (en cualquiera de sus acepciones).

Puede entonces un artista visual contraer absoluta compenetración con manifestaciones del arte sin que ello suponga un impedimento, al contrario, una grata virtud. Es así como las perfectas armonías que el azuzado espectador puede hallar en una sonata de Bach, quien por demás dedicó su obra a la música sacra, hoy se encuentran perceptibles en la muestra. 

Y hablamos no solo de Bach, sino de Beethoven, Mozart y de los grandes clásicos de la música. Juan no puede pintar sin ellos y, de alguna manera, esos maestros han sido cómplices de sus delirios, sus fortalezas, sus debilidades y de cada vez que sangra en su estudio en Pinar del Río buscando la forma adecuada para el objeto incrustado en la pintura.

El también escultor y pedagogo ha encontrado un exquisito pretexto para desvestir a sus musas, para saldar deudas con el pasado y con los puntos finales, como es el caso de la última obra de la serie Erosión, con el título de Erosión VII, que exhibimos en el Memorial José Martí.

De igual modo, el tributo es otro de sus lenguajes y lo pone de manifiesto en Yellow Scorpion. Trofeo para Mondrian y Los Pescadores de Patatas (Vicent van Gogh in Memoriam), pinturas en las que rinde homenaje a ambos artistas y lo hace de la manera más elegante: ofreciendo pistas sin desnudarse por completo, guiando al espectador, pero sin camisas de fuerzas. Así nos llena de símbolos y materiales a los que concede una segunda vida, gracias a su visión aguda para trabajar los metales, las telas y otros elementos.

Podemos afirmarlo sin temor a equivocarnos: Juan Suárez Blanco ha hecho una obra capaz de seducirnos. La metáfora mayor de la exposición queda al descubierto desde el primer instante y es la permanencia del arte como sinónimo de fecundidad, esperanza y conquista. 

Maxima Gallery

 Publicado 3/01/2022