Rafael Villares: nueva geografía visual

Río Yucón, obra de Rafael Villares.
Río Yucón, obra de Rafael Villares.

Si en algún momento de la vida pensáramos las cosas que nos harían falta para ser felices sin tanto cuento, de seguro vendría a nuestra mente la relación con la naturaleza, que tan bien centra al hombre en sus necesidades primordiales.

El artista Rafael Villares, de alguna forma, nos recuerda esta verdad. Sus ensayos creativos sobre el paisaje, así como la percepción del espacio y por qué no hasta del tiempo, nos dicen que la misma energía (casi magia) con la que crecen las plantas, los animales y el hombre es la necesitamos para vivir, que basta ya de deseos superficiales.

En el arte, Villares maduró pronto. Desde su tiempo en la Academia de Bellas Artes San Alejandro, sus obras iban más allá de la belleza estética para cuestionarnos las dimensiones, los colores y hasta la esencia de lo que vemos ellas. Cualquier idea preconcebida termina cuando el espectador se detiene ante sus piezas.

Lo natural y orgánico, al igual los límites, adquieren otra dimensión, en el momento en que una gran maceta o raíces azules en expansión, palpitan con una voluntad indetenible. Desde el silencio, ese discurso nos anuncia la existencia de una fuerza de otra índole a descubrir, una fuerza que nos absorbe por completo.

Las creaciones de Villares merecen tiempo para el análisis, ya que no se trata de mirarlas por su sensación de extrañeza o simple placer (que en estos tiempos hasta con eso basta), sino porque después de habitarlas, la noción de lo que realmente importa cambia.

                                                                 Árbol de Luz, obra de Rafael Villares.

Muy cerca de Máxima Estudio-Taller se ubica la instalación del artista Árbol de Luz, de gran popularidad en la XII Bienal de La Habana dentro del proyecto Detrás del Muro. Una simple lectura de la pieza explica la conexión entre naturaleza y tecnología. Como su nombre lo indica, su génesis se basa en lo que tradicionalmente se conoce en Cuba y en el mundo como un poste de luz, pero esta vez en forma de árbol que se ramifica y extiende sus alas.

En Máxima podrá encontrar las obras 1, 2, 3, 4 ,5 y 6 (Boceto para Site) que lucieron su rosto por primera vez en la apertura de la galería con la exposición Luces. En las paredes del Estudio-Taller fue posible observar sus dimensiones, así como la degradación del color azul visto através de formas donde la condición humana ofrece un rosto diferente. Un toque exclusivo presentó nuestro espacio en su inauguración.

                                             

Por su parte, Río Danubio y Río Yucón, el azul (también) es el color regente. Como en varias piezas suyas, Villares vuelve a cuestionar las dimensiones, a sacarnos de la zona de confort visual y detenernos en sus líneas, donde concede un orden diferente a cada obra y con ello nuevas interpretaciones. Obliga a la vista a fijarse en detalles mínimos, en espacios de la pintura que “pasamos por arriba” y no concedemos la lectura que merece. 

Habrá que seguir de cerca su pulso creativo, su condición de artista apartado de convencionalismos y vicios en el arte. Villares ha demostrado dado señales más que suficientes para reconocer su estilo en el complejo mundo de las artes plásticas de Cuba y el mundo.

 

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