Pedro de Oraá, en comunión con el universo

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Pedro de Oraá, Premio Nacional de Artes Plásticas en Cuba en el 2015. Foto: tomada del blog Tuyomasyo

La muerte del pintor, poeta, diseñador y editor cubano Pedro de Oraá ha conmocionado al mundo artístico dentro y fuera de Cuba. Miembro del afamado “Grupo de los 11”, el creador dejó una valerosa impronta que influyó en quienes escogieron el abstraccionismo como método para expresar sus emociones en el lienzo y en disímiles formatos. 

Tal es el caso del artista Juan Suárez Blanco radicado en Pinar del Río, con quien conversó Máxima Estudio-Taller sobre el sentir creativo de Oraá, Premio Nacional de Artes Plásticas en el 2015, un hombre de los imprescindibles para hablar de esa fuerza renovadora que significa el arte cubano en sus múltiples alternativas.

 

Como pintor abstracto, ¿Qué riqueza vio en el quehacer de Pedro de Oraá?

Su talento siempre estuvo abriendo nuevas puertas, experimentando, siempre exigente. No será el último de los exponentes del abstracto concreto, porque cuando se dice el último parece como que la pintura acaba. Para mí sigue estando de primero.

Tuve la oportunidad de conocerlo en el año 2004 en una exposición mía a la cual fue, donde intercambiamos y pude ver que era una persona sumamente sencilla, pero con una cultura increíble con quien podías hablar de cualquier tema, no solo de pintura.

Aquel primer encuentro me marcó mucho. Luego noté que él siempre aparecía en mis exposiciones, fue siguiendo mi trabajo desde aquella etapa cuando empecé a hacer arte abstracto, durante los primeros años de los 2000. Siempre que tenía una exposición en La Habana aparecía y conversábamos, así que, no fui su alumno de aula, pero sí de intercambio y encuentro.

 

¿Recuerda algún consejo o principio que seguía de Oraá en el arte?

Las piezas de Pedro fueron de mucho decantar, él iba a las esencias, no divagaba sobre el lienzo, iba a concretar cosas, de ahí el arte concreto.

Es una obra muy estudiada, reflexionada, que puede durar meses en el proceso de pensamiento y a la hora de ejecutar. Pero era sumamente exigente y riguroso en su oficio, no se daba la posibilidad de hacer algo que no le llenara desde el punto de vista formal, de la terminación del cuadro.

En la esencia de su sencillez está su grandeza, ese nivel de resumen es mucho más complejo que hacer una pieza cargada, donde puedes ir discursando, poniendo elementos y símbolos.

Cuando tienes que decir algo con los mínimos recursos formales, técnicos y estilísticos, ya la obra se hace compleja por su decantación, como decía. 

 

Más allá de ese ímpetu de ir a lo mínimo, ¿qué otras características como pintor admira de Pedro de Oraá? 

Admiro el nivel de sus composiciones, muy bien estudiadas y estructuradas, el rigor técnico con una impecable y encomiable factura, eso ha marcado mucho en sus discípulos y a mí en lo personal, dentro del grupo de pintores abstractos actuales.

Es un trabajo donde no descuida nada, incluso ha hecho algunos cuadros con una aparente espontaneidad y frescura, pero descubres que detrás de todo eso está la mano de un maestro que no descuida nada, una visión de estructura arquitectónica, donde la obra está en comunión con el universo.

 

26/06/2020