Niels Reyes y la obsesión por los rostros

Lilo, obra de Niels Reyes en Galería Máxima
Lilo, obra de Niels Reyes en Galería Máxima

Detener la mirada ante una pintura de Niels Reyes es adentrarse en un mundo singular de texturas que se entrelazan entre el espectador y el retrato, una suerte de conflicto visual que te impulsa a adentrarte en el mundo del talentoso artista, que prestigia el catálogo de Galería Máxima.

Amante de los contenidos visuales, sean en formato de televisión, cine, artes plásticas e incluso el imaginario literario, Niels se nutre todos estos elementos para estudiar la pintura, una rutina que realiza casi inconscientemente, como nos confesara en entrevista a propósito de su 43 cumpleaños.

Varias de sus obras gozan de la preferencia de nuestros seguidores amantes de lo mejor del arte cubano contemporáneo, donde sus retratos parecen estar en un juego constante de miradas, mientras que en otras ocasiones nos embulle en el mundo interior del artista y su obra.

¿Qué le motiva y que le permite expresar el retrato?

Realmente hago menos retrato de lo que creo. Como trabajo el rostro, las personas creen que genéricamente lo que realizo es retrato. Siempre me interesó desde el principio, por las características que tiene el rostro, despertar muchas y sutiles sensaciones y sentimientos en nosotros, que estamos hechos biológicamente para eso.

A mí siempre me pareció que era un género muy usado y me venía muy bien. Un género como este es importante para enfrentarte a esa tradición tan grande, que se volvió una obsesión.
Hay algo ahí que deja de ser retrato y rostro para convertirse en pura pintura, una profundidad que tiene que ver muchas cosas: apreciación, tiempo… es muy complejo de explicar.

En la pieza “La familia” podemos ver algo más que retrato, se observan figuras de cuerpo entero ¿veremos más obras de este tipo?

Realmente soy como un sensor. En el caso de esta pieza era una sensación que tenía, ganas de ver que sucedía si al alejarme perdía intensidad la obra. Más allá de todo lo que represente, para mí es un problema de intensidad y cualidad del proceso.

Es una emoción que viene con las épocas, ahora mismo estamos en esa sensación de que todo toma distancia y cómo mantener la intensidad en ese sentido. En el confinamiento he vuelto al rostro porque me permite otro diálogo metafísico con la pintura y eso se quedó como un stand by. Yo trabajo cíclicamente en los procesos.

Llama la atención el grado de realismo que usted le otorga a los ojos. ¿Cómo lo logra?

Es un secreto pictórico, pero aparte de ser un secreto, tiene que ver con cómo construyo la obra. Juego mucho con la percepción y muchas veces no es tanto el realismo en el ojo, sino lo que lo rodea, que hace que se potencie esa intensidad en la mirada. Es un juego de la plástica que tiene sus secretos y que lleva mucho estudio.

En varias de sus obras se torna un tanto difícil identificar un género al rostro, ¿qué le hace decantarse por esa figuración?

Es un proceso que se da natural, no sé si será un manierismo mío a la hora de pintar. Todo tiende a eso, de alguna forma empiezo con la imagen o un contraste de luz, una sensación y después juego con eso y como tiene muchas capas, a veces se convierte en hombre y otras en mujer, van quedando vestigios de capas y procesos y me interesa mucho el híbrido ese que queda ahí, indefinido.

Casi nunca le otorgo un sexo, salvo que sea evidente, para mí es secundario la idea de quién es el retratado o qué género tiene, todo lo que discursa. Siempre estoy a la búsqueda de una microexpresión, es como pintar lo mismo una y otra vez, buscar “upgradear”, es como hacer lo mismo con variaciones. La historia y la línea está en los procesos y es un mecanismo que tengo para seducir al espectador, dejarlo en esa ambigüedad, lo más en el centro posible.

En una entrevista anterior resaltaba que “lo que persiste en su pintura es el enigma constante”. ¿Qué otros enigmas están por venir?

En la pintura, al menos así me ha sucedido, mientras más pasa el tiempo y más uno se adentra en lo que el diálogo con las ideas se vuelve secundario y uno va como un cazador de algo nuevo que surge.
Siempre es la misma constante en mi obra. Nace de la presión de lo que es la humanidad, qué somos y qué estamos haciendo aquí. Los rostros e historias que he pintado y todo lo que sea pintura, tiene que tener esa misma carga emotiva.

Soy un sensor que va cambiando con el tiempo y las situaciones. Ese para mí es el verdadero registro, un registro que por un lado trabaja el inconsciente, lo emotivo y lo que pasa por mí cuerpo y expresa, mis sentimientos. La otra parte es que cada vez tengo menos inquietudes en ese sentido, no es que no tenga ideas o cosas que quiero transmitir, sino que las transformo en otras cosas.
Lo más difícil en la pintura para mí ahora es el entusiasmo, encontrar algo nuevo que te remueva las ganas de seguir pintando. A veces logras algo y te cansas de eso. Lo principal es esa búsqueda constante, descubrirlo en una obra y que se resuelva en otra y dé en otro problema.

¿Qué le hace decantarse por los rostros de mujer?

Es un género que también ha sido muy tratado a lo largo de la historia y que seguirá siendo tratado. Dentro de la pintura cubana también me ha interesado mucho el movimiento de la vanguardia… Servando, Portocarrero, todos esos pintores reflejaron de alguna forma a la mujer y como tópico siempre me ha interesado.

A veces choco con lo que se transforma el cuadro, en ocasiones estoy pintando a una muchacha y se transforma en otra persona y viceversa, es algo que no busco, aunque a veces tengo una impresión o un rostro real que vi en una foto, o en una película, entonces ahí tengo material para trabajar.

¿Alguna otra pasión aparte de la pintura?

Consumo muchos audiovisuales. Antes jugaba mucho ajedrez. Soy un obseso de la pintura. Todo el tiempo estoy pensando, cuando no estoy trabajando estoy pensando en ella.

También consumo mucha cultura visual. Leo mucho y veo películas y series. Sobre esas cuestiones medito y siempre van surgiendo temas, muy lentamente. Eso sí, tiene que ver también con intercambios que he tenido con otros artistas, obras nuevas que he conocido, diría que es como estudiar, siempre estoy estudiando.

22/10/2020