Luces para vivir el arte cubano

Luces, primera exposición de Máxima.

Con el ímpetu necesario que lleva inaugurar un nuevo espacio para el arte cubano contemporáneo, Máxima Estudio-Taller tiene su sede en el Centro Histórico habanero, desde el 11 de abril del 2019.

Ubicada en calle Tejadillo No 261 entre Monserrate y Villegas (a un lateral del Museo Nacional de Bellas Artes), la primera muestra Luces, abierta al público hasta el 11 de junio, presenta una poética singular en cuanto a formas y estilos a la hora de abordar el proceso creativo.

Cinco talentosos artistas con una carrera prometedora, Rafael Villares, Juan Suárez Blanco, Jorge López Pardo, Douglas Pérez Castro e Irving Vera llegan con formatos y matices diferentes para sumergirnos en un viaje infinito, ¿el resultado?: Senderos con gran poder visual y fuerza empática.

Pérez Castro crea una realidad alienada. Pinta a la capital como si viniera de otro mundo. Los caminos son otros, las luces y hasta los colores, pero su esencia se mantiene porque el nombre Habana, lleva en sí numerosos atributos inseparables de su condición de ciudad.

El plátano, fruta demandada por habaneros y cubanos todos, mantendría su misión: ser el dulce aperitivo, casi obligatorio, en almuerzos y comidas. En gran medida esta verdad recuerda a Antonio Eligio Tonel, cuando dijo que el plátano debería ser la fruta nacional. 

Muy distinto es La ciudad de las oportunidades, también de Pérez Castro, quien presenta otra realidad distópica aplicable a cualquier ciudad. La obra en gran medida cuestiona el orden y los conceptos, el sentido de la evolución, pero aún más importante lanza una poderosa interrogante  ¿y si llegáramos a ese punto? ¿Cuál sería el resultado?

Por su parte, Juan Suárez Blanco se muestra apacible, inalterable. Prefiere la técnica mixta para regalarnos tres de sus piezas Erosión No 2, 3 y 4, donde es posible advertir su mano privilegia para combinar materiales y ofrecer un exquisito trabajo en grandes dimensiones. El ojo humano busca siempre la belleza y el artista es portadora de ella.

Irving Vera propone una variedad de gestos gráficos. “En esta apuesta suya de estirpe conceptual —explica la curadora de la exposición, Caridad Blanco—el texto es un catalizador de sentidos, su lirismo toca al espectador de forma sugestiva, a partir de una sensibilidad que busca esas imágenes capaces hoy de hacernos vibrar”.

En tanto, Jorge López Pardo se adueña de los colores blanco y negro en un contexto misterioso. Hay mucho silencio y paz en su obra. En grafito sobre lienzo nos remonta a tiempos pasados, cuando la luz del faro anunciaba el fin de la vida en el mar.  

El artista mantiene cierta distancia y deja que su pieza se encargue de revelarlo en sus más heterogéneas dimensiones. Su trabajo es exquisito, depurado y sobre todo despierta el deseo de imbuirse en los caminos que propone, en busca de quietud y de alivio. Se respira más fácil junto al arte.

Por último, Rafael Villares seduce desde la propia entrada de Máxima- Estudio Taller. Deja huellas de identidad al pintar raíces que crecen y se amplifican en la sala expositiva. Si nos detuviéramos en su devenir, la preocupación por el medio ambiente ha sido leitmotiv en su carrera.

Se trata de una intención “que se descubre en la intervención de espacios, en instalaciones, objetos, dibujos, pinturas y fotografías que rebasan la simple contemplación, apelando a lo sensorial y generando nuevas y múltiples conexiones y posibilidades”, asegura Caridad Blanco.

De esta forma Máxima-Estudio Taller se inserta, a partir del 2019, en el circuito del arte cubano contemporáneo con un discurso moderno y abarcador. Si el saber popular dicta que todos los caminos conducen a Roma, en algún momento también te llevarán a Máxima.