Gallo Coliblanco: Obra del Mes, febrero 2021

Roberto Fabelo "Gallo Coliblanco".
Roberto Fabelo "Gallo Coliblanco".

Fabelo vuelve a hechizarnos con sus gallos y sus figuras femeninas. El paisaje se torna parecido y único a la vez, porque si bien hemos disfrutado durante años de obras suyas con características similares, el artista siempre guarda un haz bajo la maga para mantener la autenticidad en cada pintura.

Gallo Coliblanco (pastel de óleo sobre lienzo) es la Obra de Mes de febrero escogida para la ocasión. Se trata, en primera instancia, de una pieza impresionante de grandes dimensiones con el mismo efecto de un imán: atrae la mirada por sus altas dosis de poética.

Al igual que otros grandes pintores como Wifredo Lam, Eduardo Abela o Mariano Rodríguez, Fabelo escoge la figura del gallo para representar la virilidad masculina. Se observa un gallo elegante y llamativo, que representa la columna vertebral de la obra, ya que de él se desprenden múltiples posibilidades y análisis. El creador escoge con sumo cuidado las tonalidades para hacer más llamativa su creación. Bien nos enseñó Edgar Degas que “una pintura requiere un poco de misterio, algunas imprecisiones y fantasías”.

El color blanco representa en su mayoría al animal, pero desde el centro emergen en estado de ebullición, una exquisita combinación de carmelitas, que se articulan con pinceladas de azul y morado ubicadas en la parte delantera y en la cola de esta figura.

Se trata de un verdadero espectáculo para la mirada. Pero existe otra posible intención por parte del autor: Fabelo escoge la presencia de colores de fácil empatía, debido su continua aparición en la naturaleza. El azul y el carmelita, en sus distintas variantes, abundan en la vegetación y es fácil identificarse con ellos. El morado en cambio, es una tonalidad exótica, que enriquece el alcance pictórico del Gallo Coliblanco.

Dos mujeres casi desnudas comparten el protagonismo en un fondo negro. Dos mujeres tal y como son, de brazos anchos y una de ellas con algunas libras de más. Las dos hacen gala del erotismo femenino, como símbolo de libertad y plenitud. El hombre vino al mundo desnudo, según nos cuenta la Biblia ¿entonces por qué tantos disfraces? Sin más indumentaria que un par de medias, zapatos, gorros y alas, ambas montan al gallo para emprender camino y aunque la pintura contenga dosis de quietud resulta evidente, dentro de las interpretaciones, la probabilidad de comenzar la marcha, el movimiento y como es lógico, la aventura.

¿Se sirve a un gallo con sus mujeres en un plato o es solo la base para la acción? Parece un momento mágico detenido en el tiempo, una escena de otro mundo para quitarnos la venda de la rutina, los formalismos, los ritos y la inercia. Necesitamos soñar y ver más allá de los estigmas. La pintura en sí misma muestra el realismo mágico característico en su autor, visto en la espiritualidad propia de la pieza, su transparencia y la belleza con que nos enseña lo irreal como un suceso común.

Gallo Coliblanco llega a Máxima con una luz especial. Hablamos de una obra que se adecúa a cualquier sitio, siempre y cuando tenga el espacio mínimo para ser colocada. Sobresale gracias a su lírica, su dramaturgia y esa capacidad de conmover los sentidos, en un mundo que parece devorarnos sin mucho esfuerzo. Ahí radica parte de su fortaleza: despertar la ternura mediante la sencillez.