Conspirando a favor. Conversación con el coleccionista Luciano Méndez y la artista visual Alejandra Glez

La artista Alejandra Gless y el coleccionista español Luciano Méndez.
La artista Alejandra Glez y el coleccionista español Luciano Méndez.

Por: Dayneris Brito

Un repaso a la historia pasada y presente del arte en Cuba nos permite comprobar que la práctica del coleccionismo cubano se ha presentado de modo aislado y circunstancial. Cualesquiera sean sus variantes –la vertiente pública/ estatal o la privada/ individual-; coleccionar arte en la isla luego de 1959 ha constituido un rara avis dentro de las acciones que complementan y fortalecen el campo del arte nacional. Ello se debe a múltiples factores que se fundamentan en un tipo de sistema económico socialista, que desecha de antemano cualquier tipo de empoderamiento individual y de práctica “acaparadora”, como puede resultar el hecho de coleccionar en sí mismo. Súmase a eso la nacionalización de la propiedad privada y de los bienes patrimoniales, y la dificultad real adquirir obras de arte originales de cierto valor estético por el desbalance entre el salario medio local, y el ejemplar artístico.

Aun y cuando las posibilidades para fomentar un coleccionismo autóctono se disipan en la actualidad- incluso para una franja social de cierta solvencia económica-, en las últimas décadas el escenario cultural cubano ha visto emerger otro tipo de colector artístico privado, cuya postura frente a las dinámicas contemporáneas del arte cubano ha sido de gran peso para su reconocimiento en los predios internacionales. Hablo de extranjeros residentes en la isla –por motivos comerciales en su gran mayoría-, como ha sido el caso del francés Jean Marc Ville o los españoles Ximo Sánchez y Luciano Méndez.

Más allá de las razones que han dado lugar y origen a sus colecciones, las praxis individuales que se han concretado a partir de los acervos de estos actores como coleccionistas-tesoreros-gerentes de la obra artística, y sus modelos de gestión han contribuido, sin dudas, a diversificar las posibilidades de posicionamiento del arte cubano de los últimos años. Esto se ha dado a contrapelo de las propias dificultades y trabas del sistema institucional para cubrir las necesidades de representación y el respaldo comercial de las estéticas más jóvenes y desfavorecidas del medio.

Ante tal complejo panorama; ¿cuál es el rol que juega la figura del coleccionista artístico como razón de ser de la obra misma, y más aún si este se desdobla en una suerte de productor, mecenas y tutor de aquel a quien represente? De manera general, asumimos que el coleccionista de arte privado se desempeña como una suerte de “propietario patrimonial”, que en cierto sentido intercede en el discurso cultural de su época y en el contexto en el que vive. En Cuba, donde hay un divorcio entre lo privado y lo institucional, se hecha más en falta aún la presencia de este tipo de agente que ofrezcan estabilidad comercial a los artistas, principalmente a los más jóvenes.

Un ejemplo que ha fijado el paso en esta dirección, es el de la Colección Luciano Méndez, perteneciente al empresario español asentado en La Habana, Luciano Méndez Sánchez. Como reza en el libro catálogo Colección de arte cubano contemporáneo Luciano Méndez Sánchez. Domus Artium 2002-DA2 (Salamanca, España) 2019-2023: “Cuando Luciano Méndez llegó a Cuba no sospechaba que fuera a crear una colección de arte. Sus adquisiciones iniciales tuvieron el único objetivo de decorar la casa. Con el tiempo, surgió el poderoso deseo de adquirir obras que excedían, por mucho, las simples necesidades decorativas” 1 .

Con diez años de fundada, dicha colección atesora más de 800 obras de arte cubano contemporáneo, donde figuran nombres consolidados pertenecientes a las generaciones 70’s y 80’s como Roberto Fabelo, Manuel Mendive, Alfredo Sosabravo, Pedro Pablo Oliva, Nelson Domínguez, Flora Fong, Tomás Sánchez, Moisés Finalé, José Bedia, junto a artistas que no sobrepasan los 30 años de edad como Gabriela Pez, Alejandra Glez, Daniela Águila y Linet Sánchez. Hasta el momento, la colección Luciano Méndez ha realizado más de 5 exposiciones entre colectivas y personales entre las que se encuentran: 18 artistas cubanos de hoy (La Habana, 2015); Entre lienzos y esculturas, (Memorial José Martí, La Habana 2018) y una de las más recientes Un viaje de ida y vuelta, en el DA2 de Salamanca, España; en la que un total de 218 piezas fueron exhibidas.

Una de las adquisiciones más jóvenes dentro del conjunto de piezas que conforman la colección, es la de la artista visual cubana Alejandra Glez (La Habana, 1996). Pudiésemos decir que la obra de esta creadora se sitúa entre los límites de lo corpóreo y lo antropológico. En ambos casos, le interesa abordar la identidad femenina poniendo en práctica teorizaciones actuales de las corrientes feministas, aunque sin lugar a duda su obra desborde los lindes de lo meramente “femenino”.

Soportes formales como la fotografía en primer lugar, el fotomontaje, la instalación, el performance y el videoarte le valen a Alejandra para subvertir los códigos que estigmatizan la feminidad en una sociedad que reconocemos como patriarcal, en función de proceder con una revelación lúdica y desprejuiciada de sí misma, y de los modelos que invaden su atención. A pesar de su cortísima edad, la versatilidad de la obra de Alejandra la ha llevado a ser ganadora del Premio de Fotografía Joven de la Fundación Enaire (2021) y con apenas 24 años, su obra ya puede verse expuesta en un evento de tamaña magnitud como PhotoEspaña.

Bastan un par de charlas con Luciano y Alejandra, para entender que entre ellos se maneja una complicidad a ciegas; una confianza sustentada en el respeto hacia la profesión del otro, que solo es posible lograr a través de años de amistad y experiencias entre un coleccionista y su artista:

Dayneris Brito – ¿Qué te sedujo de la obra de Alejandra y cómo integras orgánicamente sus necesidades representacionales en el mismo espacio de diálogo donde convergen tantas y tan importantes maestros?

Luciano Méndez – Las primeras obras que atrajeron mi atención fueron las de “La cabeza es el nuevo desnudo”. Se trata de una serie que une a la perfección calidad la artística con potentes mensajes conceptuales de absoluta actualidad social e individual, por ello decidí adquirirlas e integrarlas dentro de la colección. En resumen, percibí en Alejandra imaginación, creatividad y conjunción de calidad artística y conceptos.

Respecto a las intenciones, opino que cada coleccionista es un mundo diferente. No existe homogeneidad en cuanto a objetivos, preferencias artísticas y motivaciones entre una colección y otra. Tampoco en cuanto a la interrelación del coleccionista con los artistas, críticos de arte y galeristas.

Mi objetivo es que la colección esté integrada por obras de artistas consagrados, media carrera y jóvenes talentos con importante potencial. Así mismo, pretendo incorporar las mejores obras de cada artista, según mi propio criterio, subjetivo.

Dayneris Brito – ¿Cuáles son las ganancias comerciales y/o de tipo personales y espirituales que la apuesta por Alejandra te puede ofrecer?

Luciano Méndez – Particularmente, la apuesta por Alejandra se basa en el convencimiento de que sus características como artista, principalmente imaginación, sorprendente creatividad y actitud valiente, la convertirán en corto plazo, en una artista realmente importante y trascendente del arte cubano contemporáneo y latinoamericano.

Ya en estos momentos los logros de Alejandra lo corroboran. Me estoy refiriendo a sus exposiciones individuales y colectivas, así como a la comercialización de sus obras por parte de galerías de arte europeas; sin olvidar que sus obran ya se encuentran en un número importante de colecciones.

Dayneris Brito – ¿Qué satisfacción acompaña a un coleccionista y poseedor de una representativa colección de arte cubano contemporáneo, al ver crecer la obra de unos de sus artistas?

Luciano Méndez – En la reciente exposición “Un viaje de ida y vuelta” que se inauguró el pasado 3 de octubre en el Museo Domus Artium de Salamanca (DA2), con obras de la colección, Alejandra estuvo presente con la obra “La repetición, la repetición, la repetición”, junto a artistas como Fabelo, Mendive, Pedro Pablo Oliva, Sosabravo, Tomáz Sánchez entre otros. (La misma pieza, junto a “La cabeza es el nuevo desnudo 2”, se encuentra en estos momentos en el DA2 junto a obras de la colección permanente del Museo DA2, de la Colección Coca Cola y de mi propia colección).

Ello demuestra que la obra de Alejandra ocupa un lugar importante en la colección, y con seguridad, va a estar presente en otras exposiciones futuras y en correspondientes catálogos.

Dayneris Brito – En tu caso Alejandra; cómo y en qué sentido reconoces el apoyo de Luciano Méndez en tu desarrollo personal y profesional como artista visual cubana ¿Hasta qué punto sientes que su personalidad y trabajo como coleccionista, ha dotado de otros significados y valores a tu obra?

Alejandra Glez – Conocí a Luciano en abril del año 2017, en una expo-venta realizada por parte de la Galería El Oficio a la cual pertenecía en aquel momento. Posteriormente me contactó a través de los galeristas y a partir de entonces se quedó una comunicación que continúa hoy día.

La figura y labor de Luciano, al menos para mí, ha superado la figura del coleccionista per se. Durante los años que hace que lo conozco ha sido además de un impulsor de mi carrera, un amigo, un psicólogo y un guía. Es un tipo particular de coleccionista que se preocupa no solo por el camino comercial del artista y por sus altas y bajas, sino por sus necesidades espirituales, básicas y económicas.

Dayneris Brito – ¿Qué representa ser artista joven en Cuba y formar parte de esta colección?

Alejandra Glez – Considero que ser parte de la Colección Luciano Méndez en Cuba sin lugar a duda te posiciona. Mi crecimiento profesional se ha visto en la participación de exposiciones, la entrada a museos y a eventos de arte importantes, con solo 24 años de edad. Como artista cubana radicada en La Habana, -un espacio de ciertas y difíciles condicionantes para el desarrollo comercial del arte- estas oportunidades te ofrecen una categoría dentro del mundo del arte que es complejo de alcanzar. El coleccionista de arte no debe conformarse con comprar, sino con exhibir, dar a conocer y sobre todo ver crecer la obra de su artista.

Por tanto, sin la presencia de Luciano mi carrera hubiese sido mucho más lenta, puesto que es un coleccionista que se compromete no solo con la obra, sino con el artista.

Publicado 18/ 06/ 2021
La Habana, junio de 2020- París, junio de 2021.

Tomado de PAC (Plataforma de Arte Contemporáneo)