Alexis Leyva Machado (Kcho)

Kcho ha hecho del mar su mayor obsesión para llevar al arte aquellos latidos que lo impulsan.  Desde que irrumpió en la escena cubana contemporánea, en los lejanos años 90, ha mostrado una figuración que se vale de la pintura, del grabado, de la instalación, la escultura y el dibujo, siendo una figura de gran prestigio a nivel internacional con obras en el MoMA, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid, España), el Walker Art Center (Minneapolis, EE.UU.), el Museo Ludwig (Cologne, Alemania) y el Museo de Arte Contemporáneo (Los Ángeles, EE.UU.), entre otros circuitos vitales del arte a nivel mundial.

En un escenario tan plural como la Mayor de las Antillas, el mar protagoniza las historias de sus pobladores. Kcho hace suyo los saberes del arte povera para evidenciar la indisoluble conexión que nos une en el destino geográfico de cada cubano.

El metal, el lienzo, la madera y las plantas van dejando una estela de quiénes hemos sido ante el mundo. Sus narraciones visuales toman forma de barcos heridos y oxidados ante el irremediable paso del tiempo. Hombres y mujeres circundan y se recontextualizan mediante el agua. Surgen los destellos de un sujeto (en ocasiones no presente) con una historia neurálgica a cuestas.

“Su obra no perseguía la ironía, sarcasmo, parodia o humor tan caros a los artistas que le precedían en el tiempo o eran contemporáneos suyos, estaba más cerca de la nostalgia, de la melancolía por la pérdida y desvanecimiento de un mundo que ya no era fácil de reconocer en el vértigo y las prisas de la vida que nos caracterizan en los últimos 30 años pues nos hemos asumido, ciegamente, como ciudadanos y seres “cosmopolitas” a ultranza, obsesionados por las supuestas bondades de la información y un progreso indefinido que persigue lo de más allá, lo “último”, dejando a un lado lo natural, lo prístino, las armonías que se suponen brújula de todo comportamiento individual y toda conducta social”, explica el explica el prestigioso crítico y curador de arte Nelson Herrea Ysla.

De igual manera, grandes figuras de su autoría en forma de pensadores parecen hablarnos de aquellas preocupaciones como espacie que deben desvelar a la humanidad. Son seres de gran tamaño y con evidentes alegorías a los cuestionamientos, a las preguntas y a la posible acción que nace siempre de una idea.

Kcho toma el espacio urbano como centro de experimentación para cambiar el paisaje cotidiano, alterarlo y transmutarlo hacia una realidad capaz de otorgar renovadoras percepciones.

Con una obra sólida en busca siempre de nuevos derroteros, la persistencia del artista será develar la dimensión humana de todo aquello que merezca ser historia.

Frase de Kcho: “Yo soy de Cuba. Cuba es mi esencia. Lo he demostrado cada día de mi vida”.

 

 
 
 

Kcho ha hecho del mar su mayor obsesión para llevar al arte aquellos latidos que lo impulsan.  Desde que irrumpió en la escena cubana contemporánea, en los lejanos años 90, ha mostrado una figuración que se vale de la pintura, del grabado, de la instalación, la escultura y el dibujo, siendo una figura de gran prestigio a nivel internacional con obras en el MoMA, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid, España), el Walker Art Center (Minneapolis, EE.UU.), el Museo Ludwig (Cologne, Alemania) y el Museo de Arte Contemporáneo (Los Ángeles, EE.UU.), entre otros circuitos vitales del arte a nivel mundial.

En un escenario tan plural como la Mayor de las Antillas, el mar protagoniza las historias de sus pobladores. Kcho hace suyo los saberes del arte povera para evidenciar la indisoluble conexión que nos une en el destino geográfico de cada cubano.

El metal, el lienzo, la madera y las plantas van dejando una estela de quiénes hemos sido ante el mundo. Sus narraciones visuales toman forma de barcos heridos y oxidados ante el irremediable paso del tiempo. Hombres y mujeres circundan y se recontextualizan mediante el agua. Surgen los destellos de un sujeto (en ocasiones no presente) con una historia neurálgica a cuestas.

“Su obra no perseguía la ironía, sarcasmo, parodia o humor tan caros a los artistas que le precedían en el tiempo o eran contemporáneos suyos, estaba más cerca de la nostalgia, de la melancolía por la pérdida y desvanecimiento de un mundo que ya no era fácil de reconocer en el vértigo y las prisas de la vida que nos caracterizan en los últimos 30 años pues nos hemos asumido, ciegamente, como ciudadanos y seres “cosmopolitas” a ultranza, obsesionados por las supuestas bondades de la información y un progreso indefinido que persigue lo de más allá, lo “último”, dejando a un lado lo natural, lo prístino, las armonías que se suponen brújula de todo comportamiento individual y toda conducta social”, explica el explica el prestigioso crítico y curador de arte Nelson Herrea Ysla.

De igual manera, grandes figuras de su autoría en forma de pensadores parecen hablarnos de aquellas preocupaciones como espacie que deben desvelar a la humanidad. Son seres de gran tamaño y con evidentes alegorías a los cuestionamientos, a las preguntas y a la posible acción que nace siempre de una idea.

Kcho toma el espacio urbano como centro de experimentación para cambiar el paisaje cotidiano, alterarlo y transmutarlo hacia una realidad capaz de otorgar renovadoras percepciones.

Con una obra sólida en busca siempre de nuevos derroteros, la persistencia del artista será develar la dimensión humana de todo aquello que merezca ser historia.

Frase de Kcho: “Yo soy de Cuba. Cuba es mi esencia. Lo he demostrado cada día de mi vida”.