“No me interesa ser exclusivamente un artista técnico” (Parte II)

Irving Vera en Máxima.
Irving Vera en Máxima.

Antes de comenzar el diálogo con Irving Vera en Máxima, surgió una petición repentina. ¿Por qué no crear una pieza de grandes dimensiones en la pared escogida para grabar la entrevista?

El artista, sin pensarlo dos veces o mostrar algún gesto dubitativo, dio el sí definitivo. Bastó un pedazo de grafito y una fértil imaginación para emprender un viaje con Humos y orillas, obra exclusiva que tuvimos el lujo de tenerla en nuestro espacio expositivo (calle Monserrate, esquina Tejadillo).

Irving es un artista que apuesta por la síntesis poética en su figuración, por hablar desde la brevedad y la sencillez, siempre a partir de contundentes gestos gráficos sobre este mundo de las cosas y los sentidos.

“Sus trabajos constituyen un despertar de la imagen poética y son improvisaciones nacidas de sus propias experiencias de vida. Sus dibujos tienen una importante conexión con otras obras y autores de las artes visuales y de la literatura que él tiene como referentes", asegura la curadora y crítica de arte Caridad Blanco en las palabras de catálogo de la primera exposición de Máxima, Luces, en abril del 2019.

“En esta apuesta suya de estirpe conceptual, el texto es un catalizador de sentidos, en tanto su lirismo toca al espectador de forma sugestiva, a partir de una sensibilidad que busca esas imágenes capaces hoy de hacernos vibrar”, advirtió.  

Basta una rápida lectura por el desempeño de Irving para ver su evidente su conexión con el conceptualismo, de donde ha bebido desde su etapa de estudiante y ha sido capaz también de alejarse de las prácticas más ortodoxas de ese tipo arte — como afirma en la entrevista—, y abrirse un camino propio en sus motivos pictóricos.

¿Cuánto influyó el conceptualismo en usted y su generación?

El ISA funcionaba como una escuela de base conceptual en la época en la que estudiaba, no sé ahora. Personalmente la cercanía con Eduardo Ponjuán me llenó de herramientas y enfoques de ese tipo de arte.

El conceptualismo es una tendencia de finales de los años 60 y principios de los 70 del siglo XX, ahora se ha convertido en una palabra en boga para aludir a ciertos tipos de procesos que hacen énfasis en lo mental, en operaciones que están más allá de la simple representación de lo real, o lo que puedes simplemente ver.

Ahora, como que se ha hecho una etiqueta general, pero originalmente era algo muy específico y sirvió de denominación a un tipo de práctica, en la cual lo más importante era el proceso que daba lugar a la experiencia estética, más que los medios materiales que se utilizaban para suscitar esa experiencia estética.

En el ISA se daba eso, es la escuela en la que aprendimos y, por supuesto, incorporé operaciones de ese tipo de proceder, pero no considero que yo sea conceptualista, así ortodoxo.

Si bien ciertas operaciones se filtraron en mi generación, a nivel del ISA hubo una reacción contra un exceso de conceptualismo, contra una academización de procesos conceptuales. Hubo un momento en que era más importante una defensa teórica de tu trabajo, que el proceso real de creación. Una parte de mi generación reaccionó contra eso.

Orestes Hernández, Yornel Martínez también, hay varios nombres, creo que todos estábamos unidos en esa suerte de reacción que se opuso a una academización de procesos derivados de lo que fue el conceptualismo.

Hablando de la academia, Irving Vera ha sido también profesor ¿Qué lecciones son imprescindibles en los estudios de arte?

La pedagogía es una vocación y es una maravilla. Es una suerte para los que podemos ejercerla. Además del arte, es una relación cercana con otros seres humanos que comparten una pasión contigo. Te obliga a estudiar, a seguir aprendiendo.

La necesidad de entender los conflictos de un estudiante genera un puente que me ha hecho tomar conciencia de procesos que hago inconscientemente y encontrar herramientas para la enseñanza, que me generan mucho bienestar, sobre todo si el alumno está sinceramente interesado.

Piezas suyas integraron la exposición colectiva Luces, en la galería Máxima, hace dos años atrás ¿Qué distinguieron esas obras en particular?

Con relación a las otras propuestas (Juan Suárez Blanco, Douglas Pérez Castro y Jorge López Pardo), la mía tuvo que ver cómo los textos orientan los contenidos a ciertos gestos gráficos y hacía que aportara diferencia dentro de la muestra.

Humos y orillas es la obra que acaba de crear ahora mismo en Máxima. ¿Cuál es su poética?

Esta obra la acabo de improvisar, totalmente. La improvisación es una de las bases de mi trabajo, porque me permite proyectar y sacar de adentro, viajar por mi propio imaginario hasta encontrar, valga la redundancia, imágenes suficientemente impregnantes. Es una cosa que me apasiona y la improvisación te permite eso: da carácter de viaje a la experiencia con el dibujo.

Yo tengo varias líneas de trabajo, tengo una línea que es más conceptual, otra abstracta y una que es más narrativa. Nunca me fuerzo por cual línea ir a la hora de improvisar, pero siempre prevalece una que otra y esta salió de la línea narrativa.

Humos y orillas, detrás hay algo del imaginario y la filosofía budista. El humo es algo sumamente ligero y se disipa con rapidez. También es un soporte y un vehículo de la oración, por el hecho de que conecta la tierra con el cielo. El humo de incienso es purificatorio, pero a la vez tiene esa idea de llevar las oraciones de la tierra al cielo.

Las orillas son una imagen de la literatura budista, son umbrales a los que uno llega, pero te digo, todo eso salió solo de la improvisación.

Publicado 26/07/2021.